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QUÉ SIGNIFICA EL FENGUHANG

"El fenghuang hace parte de la mitología china, es un pájaro que reina sobre las demás aves, tiene connotaciones muy
positivas. Es símbolo de virtud y gracia. Aparece en tiempos prósperos de
paz pero se oculta cuando se avecinan problemas.".

Tomé este nombre porque creo que el buen vivir, el encontrarnos como hombres, nos concede una gran virtud y una gracia que trae consigo la paz interior y exterior.




miércoles, 5 de enero de 2011

UN ESPÍRITU SEDIENTO




En el umbral del nuevo año les escribía sobre la necesidad de crecer en el espíritu, y esa idea me quedó rondando en mis pensamientos, seguí profundizando sobre el tema y me dije “es fundamental compartir unas palabras sobre este tema”. Así que aquí estamos para reflexionar sobre lo menesteroso que es cultivar una espiritualidad fresca y grata en la vida del hombre.
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En un mundo consumista que ha creado la sociedad, ha ido violentando la sed del hombre por “cultivar” su espíritu, y digo violentando porque sencillamente el hombre tiene sed de lo transcendente, de lo divino, de lo espiritual, de Dios. La parte espiritual es una presencia innata desde el nacimiento.
Que para saciar esta sed los hombres hayan organizado formas y estilos, creando así lo que comúnmente llamamos religión, estigmatizando  la espiritualidad y a Dios, no quiere decir por ello que la sed del espíritu por Dios es un invento o necedad de unos cuantos hombres para someter otros hombres, como bien lo afirman algunos filósofos existencialistas.
 Todas las culturas, o por lo menos todas las que yo he conocido y estudiado, han buscado y buscan la presencia de Dios. Algunas respuestas a estas búsquedas se dan desde la necesidad, desde la carencia, desde la respuesta a lo inrespondible, desde el desamparo o sencillamente desde la duda. Todas queriendo recibir de Dios algo: su soberanía, su fuerza o su producción. Estas búsquedas con el deseo más intimo de saciar una sed interior que nada de lo presente, de lo tangible, logra saciar.
Una vez más la sinrazón a perjudicado al hombre (1), y esta vez lo ha hecho en lo más intimo de su ser, su espiritualidad. A lo largo de la historia las religiones se han encontrado con muchos contrarios a sus ritos, a sus cultos, a sus manifestaciones de piedad y a la sed de Dios; estos cuantos han causado daño a quienes participan en los grupos religiosos, con sus comentarios, con sus indirectas, con sus afirmaciones ideologías perjuiciosas, con sus antipatías con quienes lideran las religiones. Pocos de ellos alimentan el deseo del hombre por encontrar la paz del espíritu.
Podríamos pensar, también a la luz de los pensamientos contarios a las religiones, que el hombre no necesita de un organismo  para alimentar la sed que tiene de Dios. Pero aquí solo me nace una respuesta: el hombre es un ser sociable y un ser de símbolos, manifestados en signos. Al ser el hombre un ser sociable, hablamos que el hombre es un individuo que necesita de los otros, también necesita de los otros para llenarse de Dios. Las experiencias manifestadas de los otros individuos permiten al hombre crecer en el espíritu. Y todos los símbolos que significan algo, les permite en unidad encontrar lo buscado, a Dios.
Por tanto al darse, el hombre, un espacio en su crecimiento humano, no puede separar la parte espiritual, y es necesario hacerla desde la sociabilidad y desde los símbolos. El hombre debe integrar en su formación lo funcional, lo laboral, lo académico y lo espiritual (2). Cuatro columnas que sostiene el edificio humano, cuando una de ellas flaquea el edificio flaquea y peligra en caer.  
En cuanto a la columna espiritual, el hombre tiene que tomarla muy enserio, pues se puede erigir una idea de Dios que tampoco alimenta ni mucho menos trae paz al espíritu. Se puede erigir un Dios costumbrista, un Dios necesario, un Dios alienante, un Dios legalista o fácilmente un Dios que no es Dios. Por ende es necesario que el individuo que hace parte del colectivo no solo reciba sino que aporte.
Los grupos religiosos tienen el deber de dar el salto de lo objetivo para llegar a lo subjetivo.  Parafraseando a Karol Wojtyla (3) podríamos decir que si un grupo religioso solo se queda en lo objetivo, ya sea individual o totalitario (grupo), seguirán buscando un interés social donde se encuentra  actitudes conformistas y una gran ausencia de compromiso. Pero si se llega a lo subjetivo ya no es solamente un grupo social, sino que es un grupo participativo, donde los individuos y lo totalitario (grupo) es lo de menos, es más fundamental la realización espiritual personal, es decir, el bien común, y las actitudes que se hallan aquí son de solidaridad  -- significa una disposición constante a aceptar y a realizar la parte que a uno le corresponde en la comunidad --, oposición --  significa oponerse justificadamente a lo que va en contra del bien común – y diálogo – significa que se puede aplicar a la formación y fortalecimiento de la solidaridad interhumana por medio de la actitud de oposición.     
No queda más que afirmar nuevamente la gran necesidad que el hombre tiene de alimentar su espiritualidad, y que la mejor forma es en el colectivo, un colectivo que se va afinando con la participación de los individuos, que para alimentarse verdaderamente en el espíritu no solo se puede  ser receptivo sino también ser emisivo, un verdadero crecimiento espiritual se da en el recibir y en el dar.
(1)     Cuando afirmo la sinrazón como perjudicadora de la espiritualidad del hombre, me refiero a quienes atacan la estructura y el esquema de las religiones sin entrar a lo profundo de estos, pues nada de ello nace sin un sentido, sin una razón. Respeto a quienes deciden no creer en lo espiritual.
(2)     Lo  funcional: lo comprendo como el día a día: alimentación, recreación, deporte, familiaridad y amistad
Lo laboral: es lo que hago en bien del conjunto, del grupo, de la sociedad. Puede ser que no sea remunerado.
Lo académico: todo lo que me forme para mejor vivir y servir. Es una formación entre lazadas en formal e informal.
Lo espiritual: ser parte de un grupo religioso, en la búsqueda de erigir una relación con Dios personal para hacerla comunitaria.    
(3)     Karol Wojtyla, filósofo y teólogo polaco, en su libro Persona y Acción, nos muestra en el capítulo VII Intersubjetividad por participación, en el numeral 7 Actitudes Auténticas, la idea más clara de la unidad de un grupo humano.

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