Continuemos con la reflexión ¿Quién soy?
Entrar en el mundo del autoconocimiento no es un morir para renacer. Es un descubrir lo que he recibido, y descubrir en todo ello que es lo que me ayuda en mi realización personal. Es descubrir cuantos elementos de los recibidos en mi formación han alimentado mi esencia y cuantos los he aceptado con docilidad pero sin interés. Hay que realizar un trabajo de autoconocimiento con tranquilidad y con tiempo, pues pueden existir algunos elementos que los he desarrollado muy bien pero no por ello puedo definir que hacen parte de mi esencia. Llamo elementos a todo lo que pudiera definirnos: nuestra forma de relacionarnos, nuestras búsquedas, nuestras habilidades, nuestra forma de vestir y nuestra forma de transmitir un mensaje.
El autoconocimiento requiere descubrir que tengo en mí de toda la realidad circundante en mi proceso de maduración. Habiendo encontrado en mí lo que tengo de mi familia, de mi realidad socio-cultural-económico y de mi educación, tengo que eliminar todo aquello que he recibido y no equipara con lo que soy. Y para saber quién soy no hay sino una forma: conocer lo que siento cuando actúo, es decir, cuando hablo, cuando hago, cuando pienso, cuando busco, todo ello cuando es MIO me da: gozo, alegría y paz interior. Lo que comúnmente llaman FELICIDAD.
Erróneamente nos han engañado afirmándonos que la felicidad la encontramos en tres grandes metas del hombre: tener, poder y placer. Tener bienes, entre más cantidad, más costosos y más actuales mejor. Manifestar poder, que someta, que humille, que condene y que anula relaciones humanas. Sentir placer, que satisfaga la materia corporal o el espíritu contaminado.
Cuando emprendemos la búsqueda de la felicidad por estos caminos: el tener, el poder y el placer, nos condenamos a la infelicidad. Quién puede construir el edificio de la felicidad teniendo las bases cimentadas con: envidia, egoísmo, individualismo, trampa, deshumanización; todos ellos elementos efímeros e intrascendentes y necesarios para que el hombre acumule lo que quiere pero no ama. El único edificio que se logra construir con esas bases es el edificio de la satisfacción.
La felicidad solo la logramos desde nuestro autoconocimiento que nos permite valorarnos como individual para formar unidad. El entrar a una socialización desde mi verdad ayuda más que entrar en ella deseando o manifestando una verdad que no es mía. Lo que falta comprender es que paradójicamente nuestra realización personal, nuestra esencia realizada, nos permite tener, nos da poder y nos concede placeres. Pues ninguno de ellos es malo en sí, son muy buenos cuando nos los encontramos en el caminar y no son el camino.
Apreciado(a) lector(a) te invito que te des un tiempo para pensar si tu existir aún no es una vida, porque te has olvidado de conocerte y por tanto de amarte. Quizá descubra que estas más pendiente de los otros que te rodean, de aquellos que triunfan, de aquellos que tienen o sencillamente de aquellos que se ven felices; o tal vez has construido un hombre (varón o mujer) que no es lo que es sino lo que otros quieren que sea; o sencillamente estas esperando tener un puesto que te dé poder para poder ser; o más bien te has contentado con pequeñeces placenteras que da lo cotidiano de la vida. Si fuera alguna de las anteriores lo lamentaría mucho y espero que tú también lo lamentes, pero lamentaría mucho más que no empieces hoy a buscar lo que eres, a buscar la felicidad. Ánimo.